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Sorpresa en el laboratorio

Seedorf, de 31 años, brilla con la energía de un juvenil después de pasar por el Milan Lab, la compleja estructura de preparación física del club

Dicen en Milán que el doctor Jean-Pierre Meersseman, Il professore, ha hecho milagros con los músculos y los huesos de Clarence Seedorf. El quiropráctico belga pertenece al gremio de los que tocan y curan. O mejor: coge a los jugadores, les mueve todos los huesos, y tras la sesión de crujidos les hace sentir que 30 años no son nada. Como cuando eran cadetes, sus pacientes experimentan ligereza en los movimientos, frescura en la respiración, distensión en la espalda y paz interior.

Sin dolores incómodos, sin la noción preocupante de que cada día es un límite que el organismo debe atravesar a duras penas con el balón en los pies, de la mano de Meersseman, los veteranos del Milan han recuperado el toque de los años mozos. Esto es relevante en un equipo donde el grueso de la plantilla supera los 30 años. Seedorf, Simic, Brocchi, Oddo, Maldini, Costacurta, Serginho, Favalli, Jankulovski, Inzaghi, Cafú, Dida y Ronaldo pertenecen a este grupo.
A sus 31 años, en la semifinal contra el Manchester que disputó el miércoles, Seedorf destacó por encima de todos ellos. Primero asistió a Kaká en el gol que abrió el marcador. Después derrumbó al equipo inglés con una jugada de funambulista. Dos toques, un medio sombrero, y una volea por bajo para culminar un partido cargado de gestos de jugador experimentado, golpes de audacia y decisiones concluyentes.
Meersseman es el quiropráctico del Milan, y el responsable de la estructura de medicina deportiva y preparación física conocida como Milan Lab. En Italia, donde el fútbol suele explicarse en clave científica, aseguran que este entramado de médicos, dietistas, fisioterapeutas, quinesiólogos y psicólogos, son la clave del gran partido del Milan y sus
viejos. El caso de Seedorf, sin embargo, se sale del molde. O de la camilla.
En 2002, cuando el Milan Lab fue creado, Seedorf ya había ganado dos Copas de Europa: una con el Ajax (1995) y otra con el Madrid (1998). La fundación del centro médico integral le ayudó a prolongar su vida útil lo suficiente como para disputar otras dos finales de
Champions y ganar una Copa de Europa más. Hasta hace un par de meses, pocos habrían apostado por su quinta final. El holandés daba síntomas de declive. Sin embargo, ha recobrado todo su vigor. A su lado, los medios del Manchester, Carrick, Fletcher y Scholes, padecieron una prematura senectud mientras contemplaban a su rival correr y jugar.
En los últimos años Seedorf se ha relacionado con tantos oficios que ha resultado difícil imaginárselo jugando al fútbol. El hombre es polifacético. Invierte en diversas empresas, algunas exóticas. Es joyero, por ejemplo, y patrocina un equipo del mundial de motociclismo de 125cc, el Seedorf Racing. Esto le indujo a comprar una revista especializada. Cuando le preguntaron por qué lo hacía, su respuesta reveló un
Ciudadano Kane oculto: "Para que hablen bien de mí".
Seedorf, que en el vestuario del Madrid era considerado un hombre asombrosamente convencido de su excelencia, dejó España en el invierno de 1999. "Me deberían pasar más el balón", dijo, a modo de conclusión. Según fuentes del Madrid, Lorenzo Sanz, el entonces presidente, lo traspasó al Inter por 24 millones de euros para pagar el sueldo a la plantilla. Entonces, en plena crisis financiera, los retrasos en los pagos no eran extraños.
Seedorf abandonó el Inter en 2002, después de perder el scudetto en la última jornada. Llegó a Milanello entre los insultos de la hinchada, reticente a fichar un futbolista al club enemigo. Un año después ganó su tercera Copa de Europa. Hoy es un héroe rossonero. Habitual de la Scala, amante de la ópera, y con todos los huesos en su sitio.
Fuente: elpais.com - Diego Torres


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