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Las cobayas de la lucha antidopaje
En enero entrará en vigor el pasaporte bilógico, última medida para controlar a los ciclistas
La lógica de un juez del sur de Estados Unidos en los años 60 establecía que, si un acusado era negro y, por tanto, pobre, tenía un 90% de probabilidades de ser culpable y, por tanto, lo condenaba. La lógica de un médico establece, por ejemplo, que hay un 1% de posibilidades de que una persona sea diabética. Si presenta en un análisis un elevado contenido en azúcar, las probabilidades aumentan hasta más del 50%. Las autoridades sanitarias usan un proceso mental similar -estudio de las probabilidades a posteriori: ¿qué es A si B es así?- para determinar si una ternera ha sido engordada artificialmente con hormonas o clenbuterol. Algo así les sucederá a partir de 2008 a los ciclistas, las próximas víctimas de los manejos estadísticos basados en los teoremas de un reverendo británico, pastor presbiteriano, del siglo XVIII llamado Thomas Bayes.
La fórmula que se les aplicará será, en esquema, algo así como: si eres ciclista y tienes esta hemoglobina, malo, malo; seguro que le has dado a la EPO, a la transfusión de sangre o a algo peor. Y vendrá determinada por un concepto llamado "pasaporte biológico", que contendrá los datos de un mínimo de seis análisis de sangre durante el año: sus valores se someterán a la fórmula de Bayes, lo que otorgará a cada uno un número de referencia. Si al llegar a una carrera su valor -la hemoglobina, la hemoglobina combinada con sus reticulocitos o una mezcla de cinco parámetros diferentes- no coincide con su número de referencia, malo, malo. De entrada, se le prohibirá participar en esa prueba y, además, según el proyecto de Código Mundial Antidopaje que se aprobará en Madrid en noviembre, se le abrirá expediente sancionador por dopaje -aunque no haya en su contra más prueba que un estadístico cálculo de probabilidades-, que puede desembocar en una suspensión de dos años. Un privilegio más de los ciclistas: ningún otro deportista puede ser sancionado por cálculo bayesiano, ya que en ningún otro deporte se utilizará.
Esto, que la comunidad ciclista conocía hace semanas, fue presentado ayer en París, en el marco del Encuentro Internacional contra el Dopaje en el Ciclismo organizado por la ministra francesa de la Salud, la Juventud y el Deporte, Roselyne Bachelot-Narquin, a raíz de los escándalos del pasado Tour. "Quiero hacer del ciclismo una especie de laboratorio experimental de la lucha antidopaje", dijo la ministra. "Los ciclistas como cobayas", dijo un asistente a la cumbre, que continuará hoy y en la que participan, en un ambiente que hace recordar a un congreso de policías, ciclistas, directivos, especialistas, políticos y representantes de la UCI, la AMA y los estamentos que quieren decir algo. Pero si Bachelot se refería a conejillos de indias del nuevo arsenal antidopaje, el otro, el hematólogo francés Gérard Dine, hablaba de lo contrario: de cómo en el congreso de hematología de Estados Unidos los dopadores acudían para ponerse a la última en medicamentos ni siquiera aprobados o en fase experimental para aplicarlos en los ciclistas después.
La necesidad de un paso adelante cualitativo se ha puesto de manifiesto cuando los especialistas han comprobado que corredores que pasaban por debajo de los límites de hematocrito, hemoglobina y reticulocitos fijados seguían recurriendo al dopaje sanguíneo. Y, si antes los análisis de sangre instantáneos que se efectuaban de madrugada para medir el hematocrito pasaban por controles de salud, el pasaporte biológico, informó Alain Garnier, de la AMA, será considerado medida antidopaje. La puesta en marcha del pasaporte requerirá unos 4.000 análisis, que se efectuarán en seis laboratorios ya acreditados, y un fuerte desembolso, al que contribuirán los equipos del ProTour con unos 150.000 euros por escuadra. Si a alguno le parece exagerada tanta medida, que se dé por satisfecho. Uno de los asistentes, el ex ciclista estadounidense Jonathan Vaughters, que ahora dirige el equipo Slipstream y a cuyos corredores exige residir en la misma ciudad, propuso, ante la estupefacción general, una vigilancia permanente, de 24 horas, sobre los ciclistas, incluido el uso del GPS. "Algunos lo han aceptado voluntariamente ya", dijo.
fuente: C. ARRIBAS (elpais.com)